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Ensayar y caminar: Santurce como ciudad taller

La historiadora del arte Alexandra Méndez García observa y explora la zona de Santurce a través de sus múltiples transformaciones y resistencias artísticas


Foto de Gabriel López Albarrán
Foto de Gabriel López Albarrán

I.

En una publicación de Instagram, el arquitecto, artista y botánico Steve Maldonado Silvestrini señala con mordaz precisión un fenómeno cada vez más evidente en el paisaje urbano: edificios vernáculos o históricos transformados en estructuras frías y homogéneas. Los describe como “pintados de blanco, con ventanas flush de aluminio negro, losas faux wood grises y luces LED que te hacen sentir en un laboratorio de disección”.


La foto que acompaña su publicación muestra un edificio de dos pisos en Río Piedras, modificado hasta casi borrar sus señas de identidad. Aunque los huesos de la arquitectura original son aún reconocibles, los aleros de tejas, la herrería, las puertas de madera, las galerías y los balcones han sido pintados y alterados en un intento por volverlos irreconocibles.


Edificios remodelados y convertidos en alquileres a corto plazo proliferan también en Santurce. Durante mis caminatas por la zona, los identifico no solo por su estética impersonal, sino porque sus fachadas han sido despojadas de todo rastro de habitabilidad. Donde antes había marcas de uso, lo aleatorio, el gusto personal, el desorden, la distinción, ahora reina una ornamentación estéril. Las intervenciones individuales que reflejaban la historia cultural han sido borradas en favor de una estética genérica y desarraigada.

El escritor Rubén Dávila Santiago, en el primer capítulo de “Crónicas de un confinamiento abierto” (2018), enfatiza el caminar como metodología investigativa. Caminar, a diferencia del desplazamiento en carro, invita a otro tipo de atención y participación en la ciudad. Mientras se camina, surgen conexiones y se construye una lectura de fragmentos, que no ignora lo que se esconde en los recovecos. Ensayar, en su definición original, también implica caminar; un andamiaje. Este ensayo retoma esa premisa. Ensayamos como caminamos, intentando delinear algunas rutas.


“El enfoque del arte en la estética facilita los procesos de embellecimiento propios de la gentrificación, atrayendo con frecuencia a inversionistas que toman nota de la presencia artística en una comunidad. Este fenómeno puede ser tanto un efecto no intencionado por individuos como una estrategia utilizada por grupos privados y gubernamentales con intereses en el desarrollo de ciertas áreas”, Alexandra Méndez García

II. 

El concepto de la ciudad como un palimpsesto –un manuscrito medieval o una superficie de escritura borrada y reescrita múltiples veces– fue introducido en la teoría urbana por André Corboz en su ensayo “The Land as Palimpsest”. Corboz utiliza esta metáfora para describir cómo las ciudades y los paisajes son continuamente reescritos a lo largo del tiempo, dejando en cada capa rastros que influyen en la siguiente.


Santurce, antes de ser Santurce, fue San Mateo de Cangrejos. Fundado en el siglo XVII, sirvió inicialmente como refugio de cimarrones y centro de cimarronaje. Durante el siglo XIX, la construcción del Camino Real (hoy Avenida Ponce de León) impulsó su crecimiento urbano. Las antiguas fincas se transformaron en solares para casas de madera unifamiliares, y más tarde, con el establecimiento del tranvía, en apartamentos y pequeños comercios familiares. En el siglo XX, Santurce se consolidó como un centro cultural con teatros, hoteles y negocios.


El arquitecto Jorge Ortiz Colom describe a Santurce como un “laboratorio urbano” donde convergen el urbanismo oficial, la especulación inmobiliaria, la planificación gubernamental y la cultura de autoconstrucción. Según Ortiz Colom, la ciudad se moldea tanto por la acumulación de capital y las ordenanzas gubernamentales como por las intervenciones cotidianas de sus habitantes. Con sus talleres artísticos, culinarios, arquitectónicos y musicales, Santurce también puede entenderse como una ciudad taller.


Michel de Certeau, en “The Practice of Everyday Life” (1980), sostiene que la ciudad también puede ser moldeada por el simple acto de caminar. A diferencia de la visión panóptica de la ciudad diseñada desde arriba por urbanistas y funcionarios, las prácticas cotidianas configuran el espacio urbano a través del movimiento. Caminar apropia el sistema topográfico y genera “sombras y ambigüedades”, llenando la ciudad de referencias personales. Se trazan así nuevas cartografías.


El “Recorrido Autónomo de Alto del Cabro” (2024), de la artista nibia pastrana –que surge de la audioguía original "barrioscapes" (2015)–, pone en práctica esta teoría al proponer una caminata que entrelaza la historia del impacto del desarrollo urbano en la zona. Este proyecto fue re-comisionado para el décimo aniversario del programa MAC en el Barrio del Museo de Arte Contemporáneo (MAC). La construcción de la avenida Baldorioty de Castro, a finales de los cincuenta y principios de los sesenta, cortó el acceso a la laguna del Condado. Un barrio antes poblado por pescadores y agropecuarios se convirtió en una zona de altos edificios de lujo con vista al agua.


Así lo cuentan los propios residentes de la comunidad a través de este proyecto. Narran sus propias versiones del barrio, identificando puntos de encuentro significativos: los balcones de vecinos, el colmado San Rafael, lotes baldíos, aceras y el Normandito (antes el Crucerito, y mucho antes, una imprenta). pastrana también nombra lo que ya no está: librerías, zapaterías, haciendas hípicas, barras y espiritistas. Escribe la ciudad de la memoria sobre la ciudad que camina. Ensaya al caminar.


Al final de su narración, pastrana cita al historiador Fernando Picó:

“La transitoriedad marcó a Santurce… No era sitio para siempre ni en Barrio Obrero, ni en Miramar, ni en el Condado, ni mucho menos en las comunidades que la renovación urbana de los 60, 70 y 80 erradicó. Ni las casitas de 12 pies por 8 construidas en una noche con madera y cartón estaban destinadas a durar”.


En una ciudad de transitoriedad, ¿qué ensaya el gesto artístico?



III.

La intervención artística también moldea la ciudad de maneras que requieren negociar fuerzas contradictorias. En su texto seminal “Clase cultural: arte y gentrificación”, la artista Martha Rosler, a través de una serie de ensayos, demuestra cómo el arte puede acelerar aún más los procesos de gentrificación o lo que hoy se conoce como artwashing. El enfoque del arte en la estética facilita los procesos de embellecimiento propios de la gentrificación, atrayendo con frecuencia a inversionistas que toman nota de la presencia artística en una comunidad. Este fenómeno puede ser tanto un efecto no intencionado por individuos como una estrategia utilizada por grupos privados y gubernamentales con intereses en el desarrollo de ciertas áreas.


En su “Plan de Revitalización de Santurce” (2003), el Departamento de la Vivienda propuso desarrollar el área adyacente al Museo de Arte de Puerto Rico, destacando su proximidad al museo en los nombres de varios edificios, como Portal al Museo, que nunca llegaron a construirse. Este plan, parte de la iniciativa más amplia Santurce Siglo XXI, contemplaba la construcción de viviendas de lujo junto con mejoras en la infraestructura, incluyendo iluminación, calles y aceras. En folletos informativos sobre el área, que hoy comprende Ciudadela y el Parque Santurce, se justificaba el proyecto bajo la premisa de traer "desarrollo económico" y devolverle a Santurce su “esplendor y vitalidad”.




Fotos de Plan de Revitalización de Santurce del 2003
Fotos de Plan de Revitalización de Santurce del 2003


El Museo del Barrio: la casa de todos, fundado en 2004 en la calle Candelaria 346, surgió como respuesta al desplazamiento forzado generado por el “Plan de Revitalización de Santurce”. Su nombre, Museo del Barrio, fue un intento de reapropiarse del lenguaje museístico que los desarrolladores habían utilizado estratégicamente. Este espacio acogió conferencias sobre arquitectura, noches de documentales, exposiciones y reuniones informativas sobre derechos legales. Además, como centro de organización comunitaria, Mary Anne Hopgood –fundadora y directora– y sus colaboradores lideraron performances en protesta por las expropiaciones, como una procesión y vigilia en la que figuras enmascaradas, representando a los responsables del desarrollo, portaban pancartas con mensajes como “Santurce NO SE Vende” y “Tu barrio es el próximo”.


La ciudad también se construye a partir de signos y gestos. Si las calles se borran en nombre de la revitalización, caminar por la ciudad –como en este performance– se convierte en una estrategia temporal para reapropiarse del espacio y reescribir su significado.



Catálogo y marcadores de la exhibición "Museo del Barrio: cronología de una lucha", que realizó el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico en el 2015.
Catálogo y marcadores de la exhibición "Museo del Barrio: cronología de una lucha", que realizó el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico en el 2015.


En el décimo aniversario de su demolición, el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) celebró su 30 aniversario con el proyecto Museo del Barrio, una exposición que trazó los reclamos de la comunidad de San Mateo a través de los muebles y objetos cotidianos dejados atrás por los 440 residentes desalojados. Las salas de exhibición, organizadas como habitaciones, evidenciaban las vidas que habían habitado esos espacios ya demolidos. Durante una visita a la exhibición, Olga Villa, líder comunitaria de Tras Talleres, se inspiró para movilizar una iniciativa que preservara la historia de su barrio, dando paso a la creación del Museo de la Memoria de Tras Talleres. Este museo, desarrollado bajo un modelo de diseño participativo –que rechaza estructuras jerárquicas– nació a partir de un proceso de encuestas comunitarias y se convirtió en un ensayo espacial para narrar la historia de una comunidad.


En su documental “Memoria del Barrio San Mateo”, Hopgood recoge los testimonios de personas que han sufrido expropiaciones forzadas. Tras filmar la demolición de varias casas y la acumulación de escombros, Hopgood entrevista a un vecino que recuerda: “Cuando empezó el problema de las expropiaciones y llegaron las cartas de Vivienda anunciando que esto se iba a expropiar para nuevos proyectos, los vecinos nos reunimos y tratamos de buscar soluciones alternativas sin que nuestra tradición y cultura se vieran afectadas”.


Documental “Memoria del Barrio San Mateo”

La cultura puede ser instrumentalizada para justificar la revitalización, pero también puede convertirse en una táctica de resistencia. En los procesos de gentrificación, se reproducen jerarquías implícitas entre las “bellas” artes y el arte “popular”, del mismo modo en que el desarrollo urbano se impone sobre comunidades sin consulta previa. Concebir Santurce como una ciudad de talleres nos recuerda que sus expresiones culturales y creativas no se limitan a las artes visuales legitimadas por la academia o el museo. Incluyen también la cocina, el baile, la música, la ebanistería, la zapatería, la sastrería y la propia cultura de construir y habitar el hogar y la comunidad. Como señala el vecino en el documental de Hopgood, la cultura no solo se nutre de, sino que también es cómo se vive y cómo se habita.



IV.

El arquitecto Edwin Quiles cierra la introducción de su libro “San Juan tras la fachada: una mirada desde sus espacios ocultos (1508-1900)” con un collage de fotos de archivo donde los residentes de San Juan devuelven la mirada a la cámara.


“...es y ha sido mucho más de lo que mi capacidad para contar me ha permitido. Por esto he incluido los gestos, muecas y miradas de artistas y cartógrafos que también miraron los lugares que yo miré. No como mero acompañamiento ni como escenografía de fondo, sino como texto. …Espero con esto motivar la imaginación de cada cual para completar la narrativa”.(Edwin Quiles, 2014, p. 11)


Habitar, como verbo, implica actividad, aunque pueda parecer estático. Requiere observar, participar y cuidar. La cultura de la ciudad también demanda involucramiento: se construye día a día. Aquí pienso en los performances de Noemí Segarra con PISO Proyecto y su exploración del cuerpo desplazado, en cómo el movimiento también es una forma de reapropiarse del espacio. Su relación con El Pedregal –nombre que se le dio al área donde se depositaron los escombros de las calles de San Mateo de Cangrejos– surgió de su propia experiencia caminando a su perro por la zona. En 2014, Segarra fundó La Coalición, una iniciativa ciudadana que, junto con el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico y la comunidad escolar de la zona, buscó reverdecer y reocupar el área a través de un proceso horizontal, una década antes de la apertura del actual Parque Santurce.


El arte del performance en Santurce también es un palimpsesto. En este texto multinivel resalto a Awilda Sterling-Duprey, con su performance “Maelo en el cuerpo”; Javier Cardona, con “Hasta el cuello”; ”Mira, Mira”, de Karen Langevin y Dhara Rivera, y Lionel Villahermosa, con “Inédita” –todas comisiones del programa MAC en el Barrio, iniciativa de Marianne Ramírez Aponte, curadora en jefe y directora ejecutiva del MAC. También destaco a Awilda Rodríguez Lora y su residencia/proyecto de vivienda colectiva La Rosario, que ensaya nuevas formas de habitar la ciudad y el presente.

Cuando camino por Santurce, a menudo me conmueven rastros de ternura; gestos creativos que sugieren cómo se puede estructurar y habitar una vida. Colecciono estos gestos y con ellos construyo un mapa subjetivo de la ciudad: un mural cerca del Parque Santurce que dice: “En la Antonsanti vivía gente”; el balcón de una mujer mayor en la calle Loíza que, cada mañana, se convierte en gimnasio con su elíptica y, cada tarde, en refugio con su hamaca; la trinitaria que se desborda de las verjas de una casa en Miramar, ofreciendo hábitat a aves.


Fotos del "mapa incompleto" de Santurce, según la autora (Fotos: Alexandra Méndez García)
Fotos del "mapa incompleto" de Santurce, según la autora (Fotos: Alexandra Méndez García)

Mi mapa incompleto también incluye letreros pintados a mano, lotes baldíos, estorbos públicos, negocios muy queridos cerrados, boquetes, detalles de arquitectura vernacular, ventanas abiertas, mosaicos de santos que cuidan el portal de la puerta.


Caminar y ensayar nuevas rutas puede parecer un gesto inconsecuente; trazarlas a través de la palabra o la imagen, de manera similar, no supone un desafío tangible a la gentrificación, el desplazamiento y el desarrollo desmedido. Sin embargo, pienso en las palabras de Giuliana Bruno en “Atlas of Emotion: Journeys in Art, Architecture, and Film” (2018), en el que resalta cómo el cine citadino, desde su mirada subjetiva, fusiona de manera fluida el “movimiento” (motion) y la “emoción” (emotion), trazando lo que ella llama una “cartografía emocional” de la ciudad. Así, estas películas de experiencias vividas en la ciudad, terminan integrándose al imaginario urbano colectivo, moldeando nuestra percepción de lo posible e imposible dentro del entorno citadino. 


Cada vez que camino por Santurce noto más espacios despojados de carácter, transformados en alojamientos temporales. Frente al despojo del imaginario urbano colectivo, toca encontrar estrategias de resistencia. Rehabitar para poco a poco redescubrir la ciudad. Santurce ha sido y sigue siendo un taller, no solo para la creación artística, sino para la construcción de comunidad.


Esto constituye una pérdida para el imaginario urbano colectivo. Ante este despojo, surge la necesidad de encontrar nuevas formas de habitar y, poco a poco, redescubrir cómo la ciudad, además de albergar talleres o servir de telón de fondo para ellos, también puede ser taller. 


 

Sobre la autora: Alexandra Méndez García es historiadora del arte con una maestría de la Universidad de Texas en Austin. Sus ensayos, en los que explora los vínculos entre el arte y la ecología, han sido publicados o están próximos a publicarse en “Intevenxions”, “Momus”, entre otras publicaciones especializadas.


  




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